arquitectura bioclimatica

La arquitectura vernácula siempre ha sido el mejor ejemplo de ahorro energético y económico. Hoy en día es, además, pintoresca y hasta romántica. Es triste que crezcan corrientes que siguen anteponiendo la estética a la ética. Todo esto viene de aquellos tiempos en que Ludwig Mies van der Rohe nos enseñó la importancia del espacio en la arquitectura. Pero es que en la primera mitad del siglo XX no se tenía consciencia de que los recursos naturales eran limitados y no había ningún problema en hacer fachadas enteras de cristal sin apenas coeficiente de aislamiento térmico, pues había dinero y posibilidad de compensar esta falta de refugio con las entonces nuevas tecnologías. Las máquinas que podían refrigerar o caldear el ambiente eran un invento sensacional y ya no hacía falta protegerse con gruesos muros de piedra, hormigón, adobe, etc. dependiendo del lugar donde se construyese. Era la nueva arquitectura internacional: valía para cualquier lugar del mundo y unía a todos sus habitantes en una misma cultura. Todo eso estaba muy bien, pero la población mundial crece exponencialmente y ya ha llegado la hora de pisar el freno en cuanto a consumo energético.

Como la historia de las civilizaciones es pendular, resulta que ahora parece que se está poniendo de moda el ahorro energético. Aprovechemos la ola y que no se quede en la efímera palabra que antes he utilizado: moda.

Nuestros antepasados no eran tontos y el hombre no puede estar equivocado durante cientos y hasta miles de años… Cada cultura tiene su tipología constructiva y ésta depende de dos factores: de las necesidades y especialmente del clima. ¿Por qué los esquimales hacen iglúes y las casas mediterráneas están encaladas? ¿Por qué se emplea la madera en las casas nórdicas; donde las especies arbóreas se reponen y crecen enseguida, y los techos de pizarra en los lugares muy lluviosos?

Si todos queremos un porche de madera tropical matamos el Amazonas. Si todos queremos un olivo milenario en el jardín fomentamos el expolio y destrozo del paisaje mediterráneo. Si todos queremos mármol de Carrara acabamos con sus canteras (menos mal que al precio que está solamente podemos quererlo, pero pocos pueden tenerlo). Somos más de cinco mil millones de habitantes sobre la tierra. Si cada uno quiere una vivienda con materiales traídos desde cualquier rincón del mundo estamos fomentando millones de desplazamientos de barcos de grandísimo calado. Si cada uno quiere su casa, con particularidades que se desmarquen del entorno fomentamos la necesidad de compensar las pérdidas de frío o calor. Es una vuelta al Estilo Internacional. «Construyo lo que me gusta, sin importarme el clima ni el entorno»

Menos mal que la domótica empieza a preocuparse más de que la casa apague la luz o la calefacción cuando no estamos y no sólo de que la televisión de plasma se encienda cuando demos una palmada…

Nacho Llopis Cotanda
Arquitecto

Imagen: Casas ibicencas en óleo titulado «Dalt vila 2», de Carmen Palomino