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     Un gesto tan pequeño como es el cambiar una bombilla incandescente o una halógena por una de bajo consumo puede reducir nuestra contribución al cambio climático del planeta de una manera considerable.

   ¿Por qué? Las lámparas fluorescentes compactas (nombre técnico de este tipo de bombillas) tienen dos grandes ventajas: la primera que ahorran entre un 75% y un 80% de energía para dar la misma luz que una incandescente y su duración es entre 6 y 15 veces superior. Una bombilla de bajo consumo durará, dependiendo del modelo, entre 6.000 y 15.000 horas mientras que una incandescente su duración será de unas 1.000h y la de una halógena de unas 2.000h. 

    Estas bombillas también tienen un par de inconvenientes: el primero que son más caras, pero este sobrecoste (que puede ser 10 ó 15 veces superior) será totalmente compensado por lo dicho anteriormente: que duran más horas y que ahorran tanta energía; el segundo será que estas lámparas de bajo consumo no se pueden tirar a la basura porque contienen polvos fluorescentes y un gas de vapor de mercurio que la convierten en un producto contaminante. Este problema se puede reducir si, cuando acabe la vida útil de éstas, se llevan a un centro (Puntos limpios o tiendas donde las venden que tengan el sistema de recogida de las bombillas usadas) para que se traten y se reciclen sus componentes.

    A continuación os expongo un caso práctico para ver las ventajas de este tipo de bombillas: si sustituimos una bombilla incandescente de 100W por una de bajo consumo de 21W (que sería su equivalente) podríamos ahorrar, para un uso de 4 horas diarias durante todos los días del año, unos 116 Kwh/año de energí­a, 11 euros en el coste de la electricidad y unos 46 kg de CO2 debido a que esta electricidad que nos ahorra la bombilla no se tiene que producir en centrales eléctricas contaminantes. 

    Si esto os parece poco, ahí va un dato más: si en España cambiáramos las bombillas ineficientes (incandescentes, halógenas, etc) por las de bajo consumo, ahorraríamos tanta electricidad que podríamos cerrar una central nuclear y una central térmica, ahorrando toneladas de residuos radioactivos y de CO2

     ¡¡Ánimo, y a cambiar bombillas!!