Sobre la función inmune. Se produce una disminución en la actividad de las células Natural Killer (células asesinas naturales), así como en la respuesta de las células T, incremento del cortisol plasmático, lo que genera una respuesta inmunitaria deficiente. Produce daños sobre el timo, un elemento absolutamente fundamental para el sistema inmunitario. Además, esta situación produce mayores necesidades de determinadas vitaminas, lo que en determinadas situaciones puede provocar daños sustanciales, por ejemplo en una situación de estrés se requieren dosis de calcio cuatro veces superiores a las normales, sucede algo parecido con el zinc, la vitamina C o la coenzima Q10.
Sobre la función cardiaca. Aumento de la tensión arterial, provocado por la presencia de hormonas como la adrenalina, la aldosterona o el cortisol, que en circunstancias normales se resolvería sólo, pero en una situación de estrés crónico puede conducir a una peligrosa hipertensión. Provoca también un aumento del ritmo cardiaco y vasoconstricción, lo que puede dar lugar a bloqueos cardiacos, arritmias y otras alteraciones cardiacas.
Sobre la función gastrointestinal. Se pueden presentar alteraciones como dispepsias, úlceras, colon irritable, colitis ulcerosa, hiperclorhidria, estreñimiento, diarrea, etc.
Además de todas estas alteraciones, el estrés continuado está relacionado con la depresión, el síndrome premenstrual, las alergias, las crisis asmáticas, la diabetes, alteraciones de la piel y las mucosas, como la psoriasis y la alopecia areata, las aftas, la disminución del deseo sexual, las migrañas, el síndrome de fatiga crónica, etc.
Recomendaciones generales
Una de las primeras tareas a realizar es tratar de reconocer e identificar el elemento o elementos que han generado el problema. Debemos intentar identificar los sucesos que producen estrés.
Sería recomendable establecer estrategias encaminadas a actuar frente a los estresores con el fin de tratar de minimizar el daño que éstos causan.
Llevar a cabo tareas que alivien el impacto que genera el estrés, así como habituarse a la necesidad de cambiar de actividades y escenarios, como pasear por la montaña, ir a la playa, leer, oír música, nadar, etc.
Hacer un apartado para dedicarlo a las actividades que mas nos satisfacen o que generan sensaciones agradables en nosotros, como algunos hobbis.
Se pueden llevar a cabo otras actividades con ayuda de profesionales que serán del todo beneficiosas, como meditación, visualizaciones, técnicas de relajación, yoga, taichi, etc.
Es aconsejable eliminar completamente la ingesta de café ya que esta sustancia estresa las cápsulas suprarrenales, por lo que incide directamente sobre la respuesta que éstas tienen ante el estrés. Además, está demostrado que dosis superiores a siete tazas de café producen ataque de pánico.
El tabaco aumenta la secreción de adrenalina, por lo que como en el caso anterior, altera la función de las cápsulas suprarrenales.
Debemos aumentar nuestra ingesta de fibra, ya que el estrés incrementa los niveles de colesterol.
Eliminar el alcohol, ya que de por sí es un estresante para el organismo y estimula la liberación de adrenalina.
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Sociedad Española de Nutrición Ortomolecular